Aunque hasta el 60% de la población padece enfermedad venosa crónica (EVC), pocos saben lo que es.
Aunque es muy frecuente, muchos siguen sin saber que es una enfermedad que puede reducir la calidad de vida.
También tiene repercusiones socioeconómicas, ya que sus complicaciones pueden causar dolor crónico e incapacitante.
Puesto que la prevención es la mejor solución, es importante que prestes atención a las señales que te da tu cuerpo. De este modo, podrás detectar la enfermedad en una fase temprana y evitar que evolucione a cuadros más graves.
Enfermedad venosa crónica: ¿qué es?
En pocas palabras, la EVC es una anomalía en la morfología o el funcionamiento del sistema venoso que puede manifestarse con diferentes síntomas.
Una de las principales causas de la EVC es el mal funcionamiento de las válvulas de las venas de los miembros inferiores.
Este fallo puede ir asociado o no a una obstrucción del flujo venoso o a un fallo de los músculos del pie o de la pierna.
Dado que el sistema venoso se divide en superficial, perforante y profundo, esta enfermedad puede afectar a cualquiera de estos sistemas.
¿Cuáles son los síntomas y el impacto de la enfermedad venosa crónica en la vida cotidiana?
Si no se controla, la EVC puede tener consecuencias graves, como úlceras venosas, tromboflebitis o, en situaciones excepcionales, el desarrollo de un episodio tromboembólico.
La mayoría de las veces está relacionada con diversos síntomas como
- Sensación de piernas pesadas y/o cansadas;
- Dolor muscular y calambres;
- Edema (hinchazón);
- Irritación de la piel (picor, hormigueo, etc.);
- Eczemas;
- Hemorragias.
Principales factores de riesgo
En la actualidad, varios estudios internacionales demuestran que la genética, la edad avanzada y el sexo femenino son factores de riesgo para desarrollar la enfermedad.
Sin embargo, existen otros factores de riesgo: posibles causas, muchas de las cuales aún tienen poca evidencia científica en cuanto a su relevancia:
- Sobrepeso/obesidad;
- Embarazo;
- Multiparidad;
- Antecedentes familiares;
- Estilo de vida sedentario (muchas horas sentado o, aún más relevante, de pie);
- Antecedentes de episodios trombóticos venosos (trombosis venosa profunda o tromboflebitis superficial).
La anticoncepción oral (comúnmente conocida como «píldora») es un factor controvertido, con diferentes estudios que revelan resultados distintos. Por el momento, el papel de la anticoncepción oral como factor de riesgo de ECV sigue sin ser concluyente.
¿Cómo se puede tratar la enfermedad venosa crónica?
Al igual que ocurre con otras enfermedades, es fundamental llevar un estilo de vida activo y saludable. Por eso es importante hacer ejercicio con regularidad y seguir una dieta sana y equilibrada.
Dependiendo del estadio de la enfermedad, existen diversos tratamientos que pueden revertir los síntomas o signos.
1. Tratamiento compresivo
El tratamiento compresivo se utiliza mucho para controlar los síntomas de la Enfermedad venosa cronica. Existen varios tipos de compresión, como las medias elásticas de compresión, los vendajes elásticos de contención y los sistemas de compresión ajustables.
Cada tipo de sistema debe utilizarse en función del tipo de paciente y de la presentación clínica, por lo que es esencial la evaluación previa por parte de un clínico.
2. Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico se ha utilizado ampliamente en las últimas décadas, aunque su papel en el tratamiento de la ECV ha sido controvertido.
Los fármacos venoactivos se prescriben ampliamente. Algunos estudios sugieren que estos fármacos pueden tener algunos efectos beneficiosos, por ejemplo sobre el edema de las extremidades y síntomas como el dolor o el malestar.
Sin embargo, es posible que estos beneficios no se reflejen en la calidad de vida de los pacientes con enfermedad venosa cronica.
3. Tratamiento intervencionista
El tratamiento intervencionista puede ser la solución terapéutica para resolver diferentes presentaciones clínicas, desde telangiectasias (comúnmente conocidas como «embolias») hasta varices, edema (hinchazón) o incluso úlceras venosas.
Dentro de la especialidad de cirugía vascular, existen varias opciones:
- Escleroterapia: tratamiento que suele realizarse en la consulta del médico, con el objetivo de eliminar pequeños vasos («derrames» y a veces pequeñas varices) mediante la inyección de un agente químico;
- Cirugía endovascular: tratamiento mínimamente invasivo mediante la inserción de un catéter en la vena que se desea eliminar utilizando radiofrecuencia o láser;
- Escisión venosa: pueden utilizarse técnicas como el stripping (dirigido a las venas safenas) o la miniflebectomía (complementaria de la cirugía endovascular y el stripping).
Además, la mayoría de estos tratamientos pueden realizarse en régimen ambulatorio, con alta el mismo día de la intervención. Las incisiones se minimizan al máximo para obtener el mejor resultado estético posible.
Además, el postoperatorio tiene tiempos de recuperación rápidos y sin grandes limitaciones en la vida diaria del paciente.
¿Qué ocurre si no se trata esta enfermedad?
Aunque pueda diagnosticarse precozmente, si la ECV no se trata adecuadamente, puede acarrear consecuencias más graves.
Por ejemplo, el aumento de la presión ejercida por la sangre sobre la piel puede provocar la aparición de eccemas, erisipela (infección cutánea), cambios irreversibles en el color de la piel y, en última instancia, úlceras venosas crónicas.
En ocasiones, la ECV puede complicarse con un evento trombótico venoso superficial, que se produce cuando un coágulo sanguíneo se desarrolla en el interior de una vena superficial y provoca su oclusión.
En situaciones más raras, este trombo puede progresar al sistema venoso profundo, causando una trombosis venosa profunda, y en situaciones aún más raras puede producirse una embolia pulmonar (cuando el trombo se desprende y viaja a los pulmones).